¿Te encanta la naturaleza y la fotografía? ¿Pasar la noche en una tienda de campaña fotografiando las estrellas, incluso en condiciones extremas?
Aquí te dejamos algunos consejos sobre fotografía al aire libre del fotógrafo profesional Giulio Cobianchi.

Un fotógrafo de paisajes a menudo se encuentra en situaciones extremas, especialmente si, como yo, ama la naturaleza salvaje, las montañas y los paisajes nórdicos.

Me gusta pasar noches en la cima de las montañas o entre fiordos y fotografiar la Vía Láctea y la aurora boreal. Me gusta disfrutar de la naturaleza, observándola en silencio, mientras espero el momento perfecto para capturar la foto que tanto anhelo.


Me encanta esa sensación de libertad en mis pulmones mientras subo las montañas para llegar al punto de disparo. El esfuerzo de llegar, el largo viaje, el peso del equipo y la dificultad para respirar no son nada comparados con la inmensidad que se cierne ante mí cada vez.


No siempre es posible capturar la foto planeada. Muchos factores deben coincidir: para fotografiar la Vía Láctea, debe haber Luna Nueva y el cielo debe estar despejado, por lo que es evidente que las posibilidades se limitan a unos 10 días al mes, y en estos 10 días no debe haber nubes; en este caso, las probabilidades disminuyen aún más.

Aquí en el norte de Noruega, donde vivo, me gusta buscar auroras boreales, y aquí la cosa se complica aún más en cuanto a los planes. En este caso, debe haber actividad, luego el viento solar debe ser negativo, es decir, debe moverse de norte a sur para ser visible en el hemisferio norte, y por último, pero no menos importante, el cielo debe estar despejado, y en estas latitudes suele estar nublado.


El secreto de la toma perfecta es la pasión por la naturaleza no contaminada, la preparación mental y física y tener todo lo necesario para no renunciar al momento más importante de la toma, ese momento largamente esperado y planeado.

Pasar una noche a gran altura con temperaturas que pueden bajar hasta -15 o menos no es fácil; las ráfagas de viento y las temperaturas gélidas a menudo crean condiciones muy difíciles para fotografiar, especialmente si no tienes todo lo que necesitas para afrontar la situación.


En mi experiencia he aprendido que lo difícil es conseguir llevar todo, desde el equipo fotográfico hasta la ropa pesada para poder pasar la noche sin sufrir hipotermia, siempre de pie delante del trípode.


Personalmente, siempre empiezo con ropa más ligera: una capa térmica ligera debajo, una capa intermedia ligeramente acolchada y una capa exterior completamente cortavientos e impermeable. Al llegar a la cima, me cambio por completo: me pongo una capa base más gruesa de lana merino, un forro polar, una chaqueta de plumón de ganso y, por último, una o dos capas cortavientos.

Lo mismo para la parte siguiente:
Este cambio de ropa es imprescindible para poder resistir el frío hasta el amanecer del día siguiente.

Lo más difícil es meter todo en la mochila y sacarlo sin que ocupe demasiado espacio. Suelo dejar afuera la ropa que necesito usar al salir y meter toda la que necesito para sobrevivir allí arriba.

Guardo el saco de dormir dentro de la mochila y la tienda de campaña atada por fuera. Atado por fuera a un lado, también llevo el trípode, mientras que el resto del equipo fotográfico siempre lo guardo dentro, protegido a su vez por otra funda. Algo fundamental es la comida y el agua: se necesitan muchas calorías para resistir el frío y afrontar el esfuerzo, así que me equipo con barritas energéticas, suplementos y comida seca (para tener muchas calorías y poco volumen), una botella térmica con té o café caliente y agua. Siempre llevo dos linternas y pilas de repuesto por si se agotan durante la noche.